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Roberto Carlos retrata una época

Fue en Canal 11, de Vitor Baía. Animado por estar en casa de un colega, Roberto Carlos abandonó las precauciones naturales al hablar en un medio y lo hizo como se hace en privado con los amigos: lo contó todo, o casi. Su deposición es el retrato de una época en la que el entrenador que fuera estaba al pairo por la fuerte relación entre Florentino y sus Galácticos. La pretensión de Camacho de citarles a las siete de la mañana o la orden de Luxemburgo de prohibir la cerveza antes de la cena o el vino en la misma fueron, dice, causas decisivas en sus salidas. Del Bosque, más prudente, entrenaba por las tardes los lunes y los martes.

Y lo de los vuelos privados, de aquí para allá. El primer año (esto no lo cuenta, pero se supo después), la familia Beckham siguió viviendo en Inglaterra. Beckham cogía vuelo privado tras el entrenamiento, pasa allí la tarde y la noche y volvía la mañana siguiente. Ser entrenador en esas condiciones resultaba heroico y así pasaba, que duraban bastante poco, salvo Del Bosque, con su ciencia ‘molownyana’ de aflojar aquí para apretar allá. Y aun así pasó las de Caín, como el resto. No había nada que Florentino negara a sus Galácticos, aunque fuera una seudoboda en París en plena temporada, punto culminante de aquella época.

Un día me dijo De Felipe que eso ya no era el Madrid, sino algo más. Una especie de Galactic Football Society en la que el Madrid era el socio de referencia, pero en la que los Galácticos tenían importante porcentaje y mando en el Consejo de Administración, así que el consejero delegado (el entrenador de turno) no se podía hacer con ellos. Aquello acabó con la dimisión de Florentino (“les he maleducado”) pero, para ser sinceros, pasado el tiempo se recuerda como una época disparatada y feliz, con un perfil ácrata muy divertido. Roberto lo desvela ahora y sólo se echa en falta un minuto a minuto de aquellos cumpleaños del prodigioso Ronaldo.