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La pasión turca

No ha sido un buen comienzo de Champions para el Madrid, un solo punto de seis posibles. Aún quedan doce puntos por disputar, con un equipo muy destacado, el PSG, y con dos rivales muy igualados para conseguir esa segunda plaza que abre el camino a la siguiente ronda. Dos puntos tiene el Brujas y un punto el Galatasaray. Contra los turcos jugaremos los dos próximos partidos, primero en Estambul y el siguiente en Madrid.

Como en la novela La pasión turca, de Antonio Gala, y después película adaptada y dirigida por Vicente Aranda, el amor que se vive en el Bernabéu por el Real Madrid, en muchas ocasiones se lleva hasta límites extremos, incluso con la sordidez de algunos, que cuando las cosas van mal animan tanto a los jugadores, que hasta se acuerdan de sus madres, como ocurrió hace unos días contra el Brujas. Los belgas tiraron cuatro tiros a puerta, marcando dos goles cantinfleros, mientras los blancos lo hicieron en veintiséis ocasiones, siete de ellas entre los tres palos, para terminar en un injusto empate. Parece como si en el Bernabéu sólo se pudiera vivir en la tragedia o en la epopeya. Creo que el Real Madrid se clasificará para octavos, y para eso ayudaría bastante que se animara y no se pitara al equipo (los nuestros son los que visten de blanco), en los dos partidos que quedan por jugar en casa.

En esta Champions todavía hay partido. El último campeón, el Liverpool, quedó segundo en la fase de grupos, empatado a puntos con el tercero. El campeón anterior, el Real Madrid, también había quedado segundo, por detrás del Tottenham. La misma situación en la Champions 2016-17; el Madrid, que la volvió a ganar, acabó la fase de grupos por detrás del Borussia Dortmund. Claro que hay partido. En nuestra liga, el Madrid sigue líder y único invicto. Tres puntos más, con sufrimiento al final, en el partido frente al Granada. Ojo a Fede Valverde, buen futbolista, que ocupa mucho espacio, juntando líneas del equipo. Aunque será mejor que no haga caso de los elogios, porque de la gloria al infierno sólo hay un paso, y el Bernabéu es como el teatro Falla, del que nos decía un gran chirigotero, Manolo Santander: "Que aquí se suben los hombres, y los conviertes en dioses o salen llorando como niños chicos".