McLaren y la dignidad
En esta sociedad de belleza y frases motivadoras que maquillan la suciedad que muchos viven día a día, en ocasiones te encuentras alguna joya en el barro. "Ninguna obra maestra ha sido creada por la pereza", leí hace poco en 'Instagram' justo debajo de la fotografía de una bella actriz besando a su marido. Podo después leí el reportaje de mi amigo Balseiro sobre la frontera de McLaren y los cien puntos. Y en mi locura hilé ambos conceptos que pudieran parecer lejos entre sí. Pero no tanto. McLaren al fin ha recuperado la dignidad y todo es culpa del trabajo, de levantarse tras caer, de ver los fallos de otra manera, de cometer mil errores y aprender de ellos. No hay otra.
A veces cuando regreso al fracaso recuerdo la historia que siempre contaba el maestro Enrique Ojeda, amigo personal de Drazen Petrovic, y como veía al genio yugoslavo (perdonen el atrevimiento de la nostalgia) tirar él solo a canasta tras el entrenamiento varias horas, practicar y practicar, trabajar más que el resto para ser el mejor. Y sacar la lengua al universo. Otros vivieron unos años en la leyenda perdida, un par de intentos y a casa. McLaren llegó a un acuerdo con Honda y de 2015 hasta este año no fueron capaces de superar los cien puntos como equipo, y eso contando con uno de los mejores pilotos de siempre en la escudería. En 2015, novenos y 27 puntos, sextos y 76 un año después, de nuevo novenos y 30 puntos en 2017 y el pasado año ya con Renault, 62 y otra vez sextos. Esta temporada empujados por una serie de cambios en el equipo, una dirección técnica clara, una jefatura que va más allá de las fotos y las frases hechas y dos pilotos jóvenes con mucho camino aún por recorrer liderados por el talento y el trabajo de operario de traje de Carlos Sainz son cuartos. A falta de cuatro carreras llevan 101 puntos. Al fin, McLaren, ha recuperado la dignidad. Dicen que es el primer paso hacia el éxito. No sé, quizá sea otra de esas frases. O no.