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Consolidado uno, otro que es pretendiente

Mirándolos a la cara nadie diría que Oblak es más joven que Courtois. El semblante adusto del esloveno refleja perfectamente su personalidad, un profesional serio, competente, sin alharacas ni carantoñas, siempre atento a lo suyo y a nada más. Cuesta verle sonreír, como si no se permitiera el más mínimo gesto de relajación, circunspecto en sus actitudes y órdenes a los compañeros. No tiene nada que demostrar porque no hay ninguna duda de su valía y titularidad, desde hace años no hay debate. Courtois, un año mayor, por circunstancias del fútbol, está todavía de interino, ganándose la plaza, sometido a exámenes permanentes.

Tiene aún un halo de pubertad que quizás tenga que ver con lo habitual que es verle sonreír. Siempre dado a las bromas con los compañeros, últimamente no ha tenido oportunidad de mostrarse tal como es de alegre porque las cosas estaban peliagudas en la portería madridista. Se marchó la sombra de Keylor y, aún así, se le va a seguir mirando con cierta sospecha, la misma con la que se examinó al costarricense durante muchos años a pesar de los títulos. Del rojiblanco su parroquia espera siempre alguna parada salvadora; del madridista, por ahora, que no falle. Son dos grandes porteros, internacionalmente contrastados y no les tiene que afectar la presión, pero se juega bastante más Courtois.