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He visto en las películas que cuando ves acercarse un tren a toda velocidad dispuesto a arrollarte cierras los ojos. Es un mecanismo de defensa; lo hacemos incluso cuando suena un petardo o nos llevamos un susto por pequeño que sea. Hasta cerramos los ojos cuando estornudamos, el caso es protegerse. Viene todo esto a cuenta porque he hablado con mi hermano, socio abonado del Real Madrid, presente en algunas de las finales de la Champions, y me ha dicho que se ha quitado el fútbol de la tele. Que se ha dado de baja, vaya.

Temo perder el pulso a 600 kilómetros de distancia así que suelo preguntar a mis madridistas de cabecera para husmear qué se cuece. Y mi hermano es uno de ellos. Su explicación para no querer ver más al Madrid de sus amores fue tal cual: "Me he dado cuenta de que me pone de muy mal humor y prefiero ahorrarme disgustos". No supe qué contestarle, me quedé sin argumentos para convencerle… y eso que la conversación fue un día antes del sopapo en París. Tras el 3-0 lo primero que pensé fue: "Mira mi hermano, qué listo". Por supuesto estoy convencida de que si el Madrid resucita es capaz de derribar la puerta del vecino con Movistar o irse corriendo al bar de la esquina, pero es la primera vez en su vida que dimite, que no tiene ninguna esperanza ni ilusión. Y estamos en septiembre.

La palabra clave aquí es 'resucitar' porque se da por hecho que el equipo está muerto y hasta Zidane con toda su aura mágica y sus tres Champions consecutivas parece ajado y falto de recursos mientras se escuda en la "falta de intensidad" para no hablar de fútbol. De la salida del balón, de la distancia entre líneas, de la debilidad defensiva, de Courtois que sigue siendo peor que Keylor Navas, de la falta de gol y Casemiro diosito que no se constipe, de los 300 millones invertidos en suplentes a la espera de que Hazard esté listo, de Bale como destacado cuando era el descarte, de la revolución que no llegó. Con este plan y la locomotora acercándose a toda pastilla en Sevilla y el Wanda, lo lógico, en fin, es hacer lo mismo que mi hermano y cerrar los ojos.