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Feliz final del verano con Rafa Nadal

Fueron cinco horas que nunca olvidaremos. Cinco horas en la noche que podemos considerar el cierre del verano. Ya refresca, abren otra vez los colegios, el tráfico se espesa, vuelve la Champions... Toca descolgar de nuevo ropa más abrigada y contemplar cómo la vida pasa hasta el próximo verano. En esa noche bisagra, Nadal nos emocionó con otro de sus partidos tremendos, luchando a brazo partido con un chico de 23 años, otro más de los que aspiran a ser ‘el hombre que mató a Liberty Valance’, y que se marchó tan frustrado como sus predecesores. Los ‘Big Three’ son tipos duros, pero el más duro de todos es Nadal.

Segurola me decía ayer que es el que más Grand Slams ha ganado a partir de los treinta. Viéndole anteanoche recordé la primera vez que vino a nuestra Gala de AS. Márquez ganó el ‘Premio Promesa’. Era un chiquillo que se quedó maravillado porque Rafa se detuvo con él. Gento tuvo el ‘Premio Leyenda’, Del Bosque y Casillas representaron a La Roja, Lorenzo había ganado en MotoGP. Todos muy ovacionados, cuando subieron. Pero la ovación a Nadal borró las anteriores. Fue incomparable en intensidad y duración. Le sentí algo incómodo ahí arriba, como aguantando un chaparrón incesante. Su natural humildad le hacía sufrir.

Recuerdo que entonces mucha gente experta en tenis aventuraba que duraría poco, por su forma de jugar, de gasto excesivo. Agassi nos comentó en una entrevista: “Nadal extiende cheques contra su organismo en cada partido”. Le quería y le admiraba, pero nos animaba a apresurarnos a disfrutarle porque duraría poco. Bueno, pues aquello fue en 2010, y ahí sigue, poniendo el telón al verano de 2019. Cinco horas de lucha hasta doblegar al muchacho de 23 años. No me extrañó su ruptura emocional al acabar el partido. Llegar ahí supone tanto... Sí, lesiones ha habido, pero las ha superado con tenacidad ejemplar. ¡Qué pedazo de tipo, este Rafa!