Bale perdió una gran oportunidad

Cinco años, 234 partidos, 104 goles y doce títulos después, Gareth Bale tenía la oportunidad de empezar de cero en el Madrid. El crack de cristal había hecho hasta este verano un gran servicio al club. Negarlo sería dar la espalda a la realidad. Sus números (cuando le han dejado las lesiones) son los de un jugador top y ha sido decisivo para que el equipo levantase una Copa del Rey y dos Champions, pues marcó en esas finales de Valencia, Lisboa y Kiev. Pero los desajustes de su afinada musculatura le han colocado siempre en el disparadero de una afición tan exigente como la del Bernabéu. En perspectiva, sería justo decir que la inversión de 101 millones está justificada. Tiene Bale 30 años recién cumplidos y le quedan, al menos, tres o cuatro en la plenitud que le puedan dejar sus problemas físicos. A día de hoy, sigue siendo el jugador más desequilibrante de una plantilla en la que se han invertido 298 millones este verano.

Nada más llegar a Gales, Bale ha demostrado que puede tener un físico de cristal pero que él entero no es de piedra. Está dolido. Lógico. Se siente maltratado. También hay gente en el club, como Zidane, que piensa que podía haber dado más de sí. Mandó Bale mensajes contundentes. "Seguirá habiendo turbulencias"; "Fui cabeza de turco"; "No diría que estoy jugando feliz"... No es la mejor manera de empezar de cero, aunque sienta que no le falta razón.