Fuego real para Kubo
En 2013, Takefusa Kubo fue elegido mejor jugador del torneo internacional alevín de Carballo, uno de esos certámenes que le echan un vistazo al futuro. Le entregó su trofeo Esnaider, que 22 años antes llegó al Madrid en parecido trance: con 18 años, huérfano de currículum y sobrado de expectativas, en medio de un enredo de agentes y con el Castilla en el horizonte. Aquel torneo ya había bendecido años antes a Aleñá, Denis Suárez, Brais Méndez o el exatlético Rodrigo. Pero a Kubo le atropelló la sanción FIFA al Barça y tuvo que volver a Japón. Bartomeu creyó que su repesca, cumplida la mayoría de edad, estaba asegurada. Pero el negocio se ha vuelto madrugador, sobre todo en el Madrid, cuya política es que, en muchos casos, sólo es posible comprar a futuro.
Kubo, que estuvo como becario en la pretemporada blanca, dejó algunos detalles de futbolista importante y el club y él están a punto de llegar a la conclusión de que le irá mejor el bachillerato de seda de la máxima categoría que la aspereza de la primaria de la Segunda B, donde en cada partido hay que tomar la Colina de la Hamburguesa. La decisión tiene doble filo. El Mallorca le ofrece la posibilidad de practicar con fuego real, de despegar a una edad en la que otros se forman, pero el jugador asume el riesgo de pudrirse en el banquillo, en ocasiones un freno para los jóvenes a préstamo (de eso puede hablarle Lunin...). Y el Madrid, además, le pierde de vista en el día a día, que también deja datos más que interesantes. Hay casos de éxitos y fracasos en una y otra dirección, pero en la mayoría es el futbolista quien determina lo uno o lo otro. Ojalá acierte.