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Fabián, Roca, Ceballos y las percepciones cambiantes

El fútbol es un material cada vez más sensible a la inmediatez, al impulso comercial que domina nuestro tiempo, definido por los vaivenes de la bolsa. Cualquier repentina anomalía produce consecuencias preocupantes. Cualquier elemento novedoso y brillante genera reacciones que, en ocasiones, son desmesuradas. El mercado de verano constata perfectamente esta hipersensibilidad.

Jugadores que hace un año tenían un valor contrastado, fiable, sin margen a la duda, han declinado con tanta rapidez que los clubes se desesperan por su fracaso en la inversión y por las dificultades para traspasarlos por un dinero medianamente razonable. Bale y Coutinho son dos casos palmarios. En el lado opuesto, jugadores que habían pasado casi sin detectar por los radares de los grandes equipos europeos, han adquirido la cotización de figuras en un instante, en el tiempo que se tarda en ganar un torneo de prestigio: tres semanas.

El Europeo Sub-21 no ha dejado grandes noticias, excepto el fenomenal rendimiento de varios jugadores españoles, Fabián Ruiz a la cabeza de todos. Dos o tres futbolistas rumanos, Hagi y el interior Man, han dejado apuntes más que interesantes. Los alemanes han sido más compactos que brillantes, aunque Dahoud, Amiri y quizá Eggestein parece destinados a cotas mayores. Entre los ingleses, Phil Foden confirmó que es un jugador de bandera.

El foco se situó sobre los jugadores españoles. Antes de comenzar el torneo no parecía un equipo tan atractivo como el de hace dos años, aunque repetían varios de los subcampeones de 2017. La negativa de Rodri y Asensio a participar añadió una nota negativa. Contra pronóstico -la derrota con Italia en el primer partido acentuó las posiciones más pesimistas-, España no sólo ganó el Europeo, sino que alumbró el emergente papel de algunos de sus jugadores.

El Betis traspasó a Fabián el verano anterior por 28 millones de euros. Nadie se sorprendió. Ni por caro ni por barato. Con Quique Setién al frente del equipo, Fabián creció como futbolista: más actividad, más campo, más funciones, más importancia. Su primera temporada en el Nápoles le acreditó como un jugador definitivamente sólido, preparado para instalarse en cualquier buen equipo de Europa. Cualquiera se podía imaginar a Fabián en el Arsenal, Tottenham o Inter de Milán. Ninguno de los cinco o seis actuales grandes de Europa -Real Madrid, Barça, Liverpool, Manchester City, Bayern y, por prestigio y potencial económico, Manchester United- mostraron un mediano interés por el jugador español, que hace dos años no fue convocado para jugar el anterior Europeo Sub-21.

Dos semanas han bastado para recolocar a Fabián en el mercado futbolístico. Su dominante actuación con España Sub- 21 ha sido de tal calibre que nadie, y sobre todo los equipos más poderosos de Europa, le quita ojo. En muchos aspectos su caso recuerda al de James en el Mundial 2014. Allí llegó con buenas referencias como jugador, pero salió del Mundial con la cotización por las nubes. El Madrid lo fichó por 80 millones. En aquellos días era uno de los cinco jugadores más caros de la historia.

Fabián tiene cuatro años más de contrato con el Nápoles. Será difícil que los cumpla. Se ha convertido instantáneamente en uno de los jugadores más codiciados del mercado. No es el único. A Ceballos le ha favorecido como a pocos el Europeo, y al Real Madrid también. Tiene garantizado un buen traspaso si lo desea. Marc Roca sólo ha jugado una temporada como titular indiscutible en el Espanyol y no disputó los dos primeros partidos con las selección Sub-21. Tres excelentes actuaciones contra Polonia, Francia y Alemania han transformado su trayectoria. Ahora le quiere medio mundo.