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Neymar vendrá… si Dios lo quiere

En el fútbol hay una trazabilidad de los rumores que pasa por el interés de los que primero los difunden. Y en el caso de Neymar, no cabe ninguna duda de que el primer estampido lo dio el propio futbolista, cuyo final en el PSG ha sido una traca de ineficacia y de decepción.

Como si quisiera desmentir que un día se fue con estrépito del equipo que lo situó como sucesor del más grande de la historia, el muchacho que le dijo a Piqué que no iba a marcharse deja que se diga que está dispuesto a volver.

Su marcha fue inesperada, ensuciada por la frivolidad y la mentira. El resultado de la escapada no fue brillante; al contrario, fue un descenso a los infiernos que ni le sirvió al PSG ni le sirvió a Neymar. Un futbolista es una historia humana, no sólo deportiva o de resultados: es también lo que aporta al desarrollo del juego, por su seriedad y su constancia. En el fútbol, una lluvia no hace verano. Y, como la lluvia que dibujaba Bagaría, el humorista español de la República, Neymar fue en el club francés como un goterón exagerado que no llegó a mojar el suelo. En el Barça, por resumir, demostró más de lo que hizo en ese tráiler infeliz que protagonizó en París y, también, en la selección brasileña.

El rumor de que se viene al Barça es un torrente de agua que ahora tiene sentido. Dembélé no acabó de cuajar, a la delantera azulgrana se le acabó la alegría, los últimos tiempos del Barcelona fueron los de un alma en pena. El club mismo exhibió en sus derrotas finales un rostro pálido, decaído. Fue, al final, el equipo de las malas noticias. Ni Messi estuvo a la altura de las circunstancias, aunque no fuera el culpable del desastre.

Griezmann, que está a punto de incorporarse, no es suficiente para tapar el agujero moral, y también mediático, que hizo el Liverpool en el escudo del Barcelona. Y Dembélé no está para trotes exagerados. La opción Neymar es la que le puede dar vitalidad al más delicado de los tesoros que mantiene al Barça posGuardiola en su armario. Vendrá Neymar si lo quiere el argentino. Esta última temporada, en que ha ejercido de Gran Capitán, Messi se ha acostumbrado a hablar. Si lo que se está diciendo sobre esta reincorporación fuera un invento a él se le hubiera notado hasta por el tono del silencio. Y parece que Dios quiere que venga Neymar. Atentos.