El falso nueve, la libertad de Ceballos y la zurda de Fabián
Cuando la obligación apremiaba, España se recompuso con una exhibición de talento, estilo y personalidad. La Sub-21 recuperó la esencia perdida, la de la mejor España, que se había enviciado en el camino. Las decisiones de Luis de la Fuente, la complicidad de futbolistas que juegan a lo mismo y la fraternidad defensiva legitimaron un triunfo de un valor incalculable por cómo fue y por lo que significa. Bolonia vivió un huracán futbolístico: 33 disparos, 92% de precisión en el pase, 30 balones recuperados...
La noche en la que había que golear a Polonia por al menos tres goles de ventaja Luis de la Fuente salió sin un delantero centro de referencia. La titularidad de Mayoral ante Italia y Bélgica nunca llegó a funcionar y había que explorar una alternativa diferente. Oyarzabal, extraordinario su Europeo, aceptó el papel de falso nueve. Su sello relanzó la profundidad de la Selección y abrió paso a las llegadas desde atrás de los mediapuntas. La poblada defensa polaca, con una estructura de cinco jugadores en los ataques posicionales, quedaba descolocada al no saber a quién marcar ante la alta movilidad española. Wieteska y Bielik son centrales de posición, poco válidos en contextos que les impongan realizar vigilancias a media distancia o salir de su zona de confort. Desde esa perspectiva, Polonia nunca supo cómo sostener el dinamismo de la Selección. Fornals y Olmo emergían en zonas de finalización y se intercambiaban con Oyarzabal. El espacio entre los carrileros y centrales siempre fue aprovechado por la ofensiva española.
La determinación de Luis de la Fuente de apelar a una línea de ataque tan activa enlazó con el nivel actual de juego que están ofreciendo Ceballos y Fabián. Por encima de la categoría, como otros jugadores españoles, lideraron el recital con una participación intensa y acertada (313 acciones entre los dos). Desde su asociación habilitaron al resto de sus compañeros e inutilizaron el sistema de basculación de una Polonia que siempre llegaba tarde. Necesita Ceballos de libertad para dejar ver lo mejor de su fútbol. Se movió por todo el ancho del campo, agredió al rival con sus conducciones y divisiones (10 regates) y conectó todo el frente de ataque.
La amenaza del disparo exterior de Fabián apuntaló el dominio. Es este un registro que a veces no ha dominado el fútbol español. El del Nápoles tiró de su zurda sin que una ultradefensiva Polonia lo intentara impedir por miedo a vaciar su área. El pretendido remedio polaco resultó aún peor por la precisión mostrada por Fabián en sus dos lanzamientos al larguero y el gol de rosca del 3-0. Fornals y Ceballos también se sumaron a la fiesta (seis remates cada uno). Tampoco se definió como una decisión menor de Luis de la Fuente la inclusión en el once de Marc Roca, sin minutos en los dos partidos previos. El jugador del Espanyol aportó claridad al juego desde los primeros pases, saltando las líneas polacas y ayudando a situar a Ceballos y Fabián en el último cuarto del campo. Fue el factor corrector en las pocas transiciones de Polonia y estuvo inabordable en la presión (seis balones recuperados). Las incorporaciones en el momento exacto de Aguirregabiria y Aarón perfeccionaron la sinfonía española con centros rasos para no facilitar la faena a Polonia.
La victoria abundó en el talento individual y colectivo español y en la competencia táctica de Luis de la Fuente. La Sub-21 se ganó las semifinales y los Juegos Olímpicos con una actuación fabulosa, casi de otro tiempo, conquistada en los valores que un día hicieron muy grande a la absoluta. En aquel exitoso pasado permanecen las mejores respuestas.