Una familia singular entre Madrid y Atleti
La primera vez que vi jugar a Paco Llorente Gento, padre de Marcos, fue vestido de rojiblanco. Estaba en el filial del Atlético y hacía furor en las matinales del Calderón. Era el gran reclamo. Nada menos que un sobrino de Gento haciendo diabluras con el Atlético con su velocidad irrefrenable. Por entonces había empezado a regir el Decreto 1006, por el que en caso de cambio de club un juzgado debería valorar la indemnización. Pero a Llorente le llevaba la empresa Dorna, que ideó la fórmula de ‘cláusula de rescisión’, y en su contrato pactó que podía salir por 50 millones de pesetas. Mendoza los pagó y se llevó al chico al Madrid.
Años más tarde, Paco Llorente se casó con la hija de Ramón Moreno Grosso, Grosso a secas para el fútbol, un miembro destacado del Madrid ye-yé... al que la primera vez que vi jugar fue también de rayas, ante el Murcia, en la 63-64. Goleador de la cantera del Madrid, llevaba media temporada en el Plus Ultra, pero el Atlético atravesó tal bache que solicitó su cesión para la segunda vuelta. Aquel día de su debut, partido televisado, marcó el gol de la victoria con una chilena y el Atleti empezó a emerger. A final de temporada regresaría al Madrid, para hacer larga y ejemplar carrera. Por desgracia, murió joven.
Así que el abuelo y el padre jugaron en el Atlético, además de en el Madrid, en sus casos antes. Ahora, el joven Marcos Llorente, al que Zidane no estima ni mucho ni poco, va a hacer el camino al revés y componer un rarísimo trío familiar de jugadores de tres generaciones con presencia en los dos equipos. Su llegada era muy solicitada por Simeone hace tiempo y viene a compensar la salida de Rodrigo, reclutado para el City de Guardiola, que tiene chequera muy larga. El Atlético se siente feliz con él, y él con el Atlético, pues aunque madridista de cuna, algo le ha quedado dentro al ver en el álbum de familia fotos de su padre y su abuelo de rayas.