Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

Hay que proteger a los futbolistas

En el partido entre Italia y España de la Eurocopa Sub-21 vimos un partido donde pudimos observar que cada vez se va hacia un arbitraje más reacio a tomar decisiones drásticas. Y todo eso es debido a que los dirigentes arbitrales no quieren acabar con las jugadas donde la integridad del que realmente soporta todo este negocio, que es el jugador, se ve en peligro.

De puertas para adentro te dicen esto es roja, hay que ser más consistente en este tipo de entradas, pero luego a la hora de la verdad ves que los grandes partidos y las grandes finales generalmente las pitan los que en jugadas de este tipo sacan amarillas y no rojas.

Si nos vamos a unas declaraciones hechas por Hugh Dallas, hombre fuerte en la comisión arbitral, que por cierto fue el delegado arbitral de ese partido, "una de las habilidades del árbitro es ser capaz de mantener a los 22 jugadores en el campo”, las lees y un árbitro joven y con ganas de hacer carrera en tu profesión ¿cómo debe actuar?

El mayor problema, y no es de ahora, es que a los dirigentes arbitrales no les gustan las decisiones impopulares de los árbitros. Y ahí radica el problema, que se convierten en políticos olvidando que fueron árbitros. Los árbitros tienen que tomar ese tipo de acciones y verse totalmente apoyados por los que luego les puntúan y les designan partidos.

Y en este saco meto también a muchos periodistas deportivos que siguen el mismo mensaje y crean opinión. Cuantas veces hemos leído 'se cargó el partido con esa roja', 'no se pueden sacar tantas amonestaciones"; bueno,  pues este mensaje es el mismo que el que a los dirigentes arbitrales les gusta.

Por eso desde aquí, y visto que en el Italia-España hubo entradas de roja que no se sancionaron, el problema fue que como es la Selección parecen todavía más rojas. El discurso tiene que ser que ese tipo de entradas sobran en nuestro fútbol y el apoyo tiene que ir a los árbitros que mantienen un rigor disciplinario sin pensar en los mensajes contradictorios que vienen por parte de los acomodados dirigentes.