En las Islas Feroe mirando a Portugal
La Selección pasa hoy una prueba extraña ante un rival menor, la selección de Islas Feroe, lejano archipiélago con una relación de amplia autonomía con Dinamarca, pero con liga propia. Sólo 50.000 habitantes de los que un 12% se supone que llenarán hoy el estadio Tórsvollur, que con 6.040 localidades es el mayor del país. Estarán de buen humor, porque la mayoría hinchan por el Liverpool, que tiene allí una peña de más de tres mil socios, eufóricos estos días con la reconquista de la Champions. Nos esperan en un campo de hierba artificial y se anuncia lluvia intensa durante el partido, circunstancias sin duda incómodas.
En principio no habría nada que temer de un equipo que es el 102 en el ránking FIFA y al que faltan los que en criterio general son sus mejores jugadores, el portero y el delantero centro y goleador, nada menos. Pero ya comenté aquí que este viaje fuera de fecha me recuerda como un huevo a otro huevo el que hizo España en 1969 a Finlandia, en tiempos en que había mucha más distancia todavía que hoy entre países con tradición futbolera y sin ella. Perdimos 2-0 y eso dio al traste con la fórmula de un trío seleccionador, Muñoz-Artigas-Molowny, entrenadores respectivos de Madrid, Barça y Las Palmas, y así entró Kubala.
Hay que pasar el trago a la espera de Suecia, que nos visita el lunes en el Bernabéu, mientras la mirada se vuelve añorante hacia Portugal, donde podríamos estar de no habérsenos torcido el formidable arranque de esa nueva competición en cuya final ya está nuestro viejo conocido Cristiano Ronaldo, merced a un ‘hat trick’ ante Suiza, que jugó bien, pero, claro, no tenía a Cristiano. Aquella parada de burra manchega que tuvimos tras hacer salida de caballo inglés nos enfrió esta ilusión. Holanda batió anoche a nuestros verdugos del Villamarín, los ingleses. Tras faltar al Mundial de Rusia, la ‘oranje’ vuelve a la carga.