El muleto de Fernando Alonso
La Fórmula Indy, con sus 500 millas de Indianápolis, nos ha traído a la escena la palabra muleto para designar el coche reserva que reemplaza al titular cuando éste se accidenta, como le ocurrió a Fernando Alonso. Posibilidad suprimida en su día en la Fórmula 1, por cierto. El término es todo un hallazgo del lenguaje periodístico del motor, normalmente lleno de anglicismos incomprensibles para los no iniciados.
La palabra muleto (que significa lo mismo que muleta) señalaba en su origen al mulo pequeño que no sirve para grandes empeños pero sí ayuda al labriego en labores básicas.
Y de ahí viene todo, porque los vocablos que se derivaron luego de esa raíz y perdieron ya la perspectiva del animal de carga denotan el apoyo que unas cosas prestan a otras. Como el mulo.
En el siglo XVIII se llamaba muleto también a la "porción pequeña de alimento que se suele tomar antes de la comida regular", según indicaba el primer diccionario académico, de 1734. Lo que después se denominó almuerzo tenía la utilidad de acallar el hambre a media mañana durante las largas jornadas de trabajo matinal, y ayudaba así a completarlas. Por aquellos siglos se repetía un dicho (ahora casi perdido) que se lanzaba cuando alguien decía algo de sobra sabido: "Eso tiene muletas". Es decir, "eso ya es muy viejo". Se hacía así alusión metafórica, de una forma un tanto cruel, a quienes habían alcanzado cierta edad y por los achaques de la vida debían apoyarse en esas maderas. Vemos siempre, pues, en esas palabras el concepto de la ayuda. La muleta ayuda al torero, las muletas auxilian al cojo para que camine, y las muletillas les sirven a muchos de apoyo para expresarse cuando carecen de recursos mejores en su lenguaje.
Todas esas posibilidades semánticas de muleto, muleta, muletas y muletilla se hallan en el Diccionario, pero no así el término muleto tal como se emplea específicamente (quizás por influencia del italiano muletto) en el automovilismo y el motociclismo: vehículo auxiliar o de reserva que está siempre listo para, en caso de accidente, sustituir al que se emplea para las carreras.
No obstante, este buen uso de los narradores de las carreras de motor (alguno debían tener) queda amparado por la cuarta acepción que dan las Academias a muleto y muleta: "Cosa que ayuda en parte a mantener otra". En este caso, el muleto ayuda al piloto a seguir en competición. Y a un servidor, a escribir un artículo.