Bartomeu se dejó la olla en el fuego y en el último momento apagó el incendio
Martes de locos. Después de la castaña en Anfield llegó la derrota en la final de Copa y entonces ya se abrieron las compuertas de la locura. Ante la inacción de una entidad que demostró de nuevo una alarmante falta de liderazgo, puesto que nadie se puso al frente de la nave, dio un paso al frente, ofreció explicaciones o pidió responsabilidades, la olla del caos se puso al fuego el sábado. El domingo, ante el silencio de todas las partes, el fuego se fue avivando; el lunes, la tapa de la olla saltaba por los aires porque ya salían nombres de entrenadores por doquier sin que nadie dijera esta boca es mía. Y el martes ya fue de locos: la cocina se había incendiado. Que si a Valverde ya le habían comunicado el despido, que si era inminente y filtraciones por doquier. Al final, mamá Bartomeu se despertó de la siesta, entró en la cocina y apagó el fuego con la misma naturalidad que había dejado que se propagara y se volvió al salón a ver el serial. Aquí no ha pasado nada.
Única solución. Ante la falta de aplicación de una fórmula futbolística que no te asegura el éxito, pero que es la que te lo ha dado, Bartomeu hizo lo único que podía hacer en ese momento. Seguir confiando en el entrenador al que había renovado en febrero, elogiado antes de Anfield, perdonado después y ensalzado ante los senadores a 48 horas de que se dejara la olla en el fuego. Por si fuera poco, antes y después de la final de la Copa los pesos pesados del equipo se mojaron a favor de su entrenador.
La fórmula. La continuidad de Valverde supone seguir con el estatus quo de estas dos temporadas, en las que el Barcelona se ha mostrado como un equipo tan tremendamente fiable en la competición larga como inestable en las situaciones extremas. Una manera de actuar que cada año se aleja más de esa fórmula que sigue guardada en la caja fuerte del club a la espera de que alguien encuentre la combinación, la desempolve y la vuelva a poner en funcionamiento. Es como si la Coca-Cola dejara de hacer su producto, pero siguiera teniendo la fórmula en un cajón.
Salida hacia adelante. Se avecina un verano movido. Parece que en vez de ir a recuperar la fórmula y aplicar la receta original, se optará por cambiar ingredientes (ventas y fichajes de relumbrón) que nos asegurarán más de lo mismo. Una manera de actuar que puede llevar al éxito, pero que a la que te descuides otra vez la olla en la cocina, el incendio no lo apaga ni Batman.