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El Barça, abrazado al fracaso

Godot

Godot era un ciclista francés que acostumbró al fracaso a sus paisanos de un pueblo por donde pasaba el Tour. Era siempre el último del pelotón, y los seguidores que se apasionaron con su figura en el último lugar no abandonaban la expectación que suscitaba la carrera hasta que Godot no hacía su finalísima aparición. Samuel Beckett, escritor gran aficionado al Tour, contempló una vez esa extraña excursión en torno al fracasado. "¿Si ha acabado la carrera qué esperan ustedes aún?", preguntó a los aficionados en fila. "Estamos esperando a Godot". Esa es la raíz de su obra más conocida, y un monumento al fracaso.

Héroes inversos

Era Godot una especie de héroe inverso. Como el Barcelona del Villamarín y de Anfield. Las apuestas insistieron en su superioridad sobre el Valencia y conspicuos adversarios del Barça tendían a pensar que el desastre ya estaba en trance de ser conjurado. Qué va. Para llevar a cabo ese conjuro comparecieron el viernes el trío que parecía destinado a salvarlo de una nueva humillación en el campo de juego. Y ahí se juntaron Gerard Piqué, Ernesto Valverde y Lionel Messi. Una triple potencia que trató de levantar la cabeza del barro inglés, dispuestos a salvar la cara azulgrana en un desafío mayor.

Pero para ganar...

El fútbol no es cuestión de palabras. Puedes jugarlo sin decir ni pío, pues sus reglas son universales y demasiado conocidas. La primera regla es la de jugar… bien. Así que no bastaron las palabras de Messi, que al fin habló; un paisano de Messi, silencioso como él, el cantante Atahualpa Yupanqui, estaba siempre callado en el Café Gijón. Sus seguidores esperaban sus palabras como las de un dios. Y cuando tuvo que hablar al fin sólo dijo: "Aquí, quien la hace la paga". El discurso de Messi tuvo más o menos esas palabras. Y ahora ya la sentencia tiene que dictarse: ¿quién la paga?

Palabra del Valencia

El Valencia tomó la palabra del fútbol y el Barça la palabra olvido. Olvido del fútbol, olvido del poder que tiene la asociación, olvido de lo que aquí decía Xavi Hernández: sin la pelota no eres nadie. Y los de Mestalla llevaban la ilusión con la que prepararon el enfrentamiento y una idea de juego, un hambre concreto de balón. Y marcaron, y marcaron. El Barça de las palabras (Valverde, Piqué, Messi) parecía uno de los espectadores que esperaban a que pasara Godot, el último del pelotón. Godot jugaba en el Barça, por cierto, con el seudónimo de Coutinho.

Coutinho Godot

En efecto, Coutinho Godot, por así llamarlo, es un número mayor del desastre; lo simboliza como nadie de los catorce que perdieron el partido. Para mayor mal aún, esta otrora promesa de la media azulgrana, se lesionó en los momentos decisivos; y aunque ese sea un azar no achacable a su personalidad como futbolista, lo cierto es que se añade a la metáfora que constituye su lánguido paso por el estandarte de este club. Como al ciclista de Beckett, la afición y sus compañeros lo han esperado, y siempre ha llegado el último. El sábado ni apareció. Se diluyó en sí mismo como una sombra enfadada.

Sombra y futuro

El Barça ha empañado su espejo. Le preguntaron a un muchacho bogotano de los barrios más sombríos qué era el futuro para él. Y dijo: "El futuro es lo que no hay". Nació la temporada con enormes ansias de trofeos; y ganó el Barça uno muy grande, LaLiga, palabra mayor de los torneos. El hambre de gloria lo condujo a otros apetitos naturales en un equipo grande. Y ha ido rompiendo esos trofeos como quien se empeña en fracasar. Fracasar más. Fracasar mejor. La triple rueda de prensa del viernes era un ensayo general para el fracaso. Ahora el futuro es una sombra de color azulgrana.

La frase

"Fracasar. Fracasar más. Fracasar mejor", Samuel Beckett, irlandés, autor de 'Esperando a Godot', premio Nobel de literatura