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Carlos Sainz ha puntuado en el GP de Mónaco por tercera carrera consecutiva en el Mundial 2019. Un resultado esperanzador y valioso, sabíamos que en la temporada de su debut con McLaren lo prioritario es apuntalar un proyecto deportivo que lleva demasiado tiempo haciendo agua. El arranque del año fue algo problemático pero en las últimas citas el madrileño está demostrando la solidez y madurez que se espera de él. Por piloto es obvio que no va a quedar, así que ahora sólo hay que confiar en que la escudería se muestre a la altura de las circunstancias. En Montecarlo lo hicieron de nuevo con una estrategia adecuada, la lástima es que el motor Renault no acompaña en estos momentos a la evolución evidente (que no suficiente) del equipo de Woking.

Por lo demás, un gran premio monegasco entretenido, lo que no siempre ocurre por las particularidades de este trazado extraordinario. Al principio, por el arrollador deseo de Leclerc de solventar el despropósito de Ferrari en su calificación, aunque la remontada se antojaba imposible ha proporcionado espectáculo. Y en la parte final de la carrera, los problemas de neumáticos del líder Hamilton se aliaron con el coraje habitual de Verstappen traduciéndose en unas vueltas de emoción inesperada. Incluso en Montecarlo parecía claro que el holandés no iba a bajar los brazos antes de tiempo y así fue: una tentativa desesperada que no cuajó pero que, previamente, nos mantuvo en vilo durante muchas vueltas. Una buena carrera en un circuito tan anacrónico como fascinante.