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RAÚL ROMOJARO

El fracaso no es de Alonso

El daño ya está hecho y resulta irreparable. El español se queda sin la oportunidad de alcanzar su sueño este año y veremos las consecuencias del varapalo de cara al futuro.

Insinuar que el responsable del fracaso de McLaren en las 500 Millas de Indianápolis es Fernando Alonso roza lo ridículo. Ningún piloto hubiera clasificado para la carrera un monoplaza inconducible y el talento del asturiano está fuera de toda duda para cualquiera que conozca mínimamente su trayectoria deportiva. Lo grave e incomprensible es que la escudería británica haya afrontado este desafío desde el desconocimiento o la incompetencia… si no ambos. Ahora se rasgan las vestiduras, con Gil de Ferran al frente, y se disculpan cuando de nada sirven las lamentaciones: el daño ya está hecho y resulta irreparable. El español se queda sin la oportunidad de alcanzar su sueño este año y veremos las consecuencias del varapalo de cara al futuro.

Lo único que no me encaja del papel de Alonso en semejante desastre es que no estuviera prevenido al respecto. O quizá lo estaba pero ya no podía hacer nada para solventarlo… Una característica de los grandes campeones, de coches o motos, es su implicación absoluta con el proyecto técnico de sus equipos. La excelencia no se alcanza llegando a un circuito y subiéndose al coche, los buenos pilotos participan, opinan y presionan en el desarrollo de sus mecánicas. Carlos Sainz hizo del Peugeot un coche ganador del Dakar y Marc Márquez sacó a su Honda de MotoGP de una situación distante de la ideal. Alonso se ha jugado el bigote con ese coche naranja buscando un rendimiento que, obviamente, rozaba la utopía. Eso quizá sí debería haberlo evitado de antemano.