Despedida y cierre de una etapa

Mañana en el Bernabéu se acaba un ciclo, aunque verdaderamente se viene cerrando desde que Cristiano decidió marcharse a la Juventus. La temporada ha sido catastrófica y ha desvencijado el halo competitivo que tenía el equipo de las tres Champions seguidas. La espantada de Zidane; el controvertido fichaje de Lopetegui, que ya llegó cuestionado; el pegote de Solari a mitad de año y la repesca final del francés no han hecho sino contribuir al menoscabo de la plantilla. Aquella foto de septiembre reinando en la gala de la FIFA se ha ido difuminando con los meses hasta dejar al Madrid sin ningún jugador en el escaparate de las estrellas. Lo único salvable de este tiempo ha sido el afán competitivo de Benzema, empeñado en demostrar que tiene ambición y goles para llevar galones en el equipo. Pero con eso, como se intuía, no ha bastado. Por el medio se han ido desinflando las esperanzas en Bale, perdido como casi siempre, o la progresión de Asensio, que ha sufrido un parón que esperemos no sea definitivo.

La desilusión también afectó a Isco, enfurruñado todo el año, y a Modric, que perdió todo el brillo de su fútbol en la recogida de premios. Hasta Sergio Ramos se unió al desconcierto con su histórica pifia de la tarjeta amarilla provocada en Ámsterdam. Realmente podríamos seguir enumerando averías generalizadas, lo de Marcelo, lo de Courtois, lo de Kroos… No ha habido manera de salvar el barco madridista porque las vías de agua se iban sucediendo. Toca cerrar el astillero sin ruido y acertar mucho en la reconstrucción del equipo.