Fulgor y riesgos de la Liga Iberdrola
La Liga Iberdrola también tiene campeón (o campeonas) y no ha sido el Barça, sino el Atlético, y con seis puntos de ventaja. Ayer lo corroboraron jubilosas en Zubieta, con una victoria que no les hubiera hecho falta, porque a su vez el Barça perdió en Tenerife. El mérito de las chicas del Atleti lo agranda lo que está haciendo el Barça en la Champions: se ha metido en la final, tras eliminar al Bayern de Múnich. En ella le espera el Olympique de Lyon, el coco del fútbol femenino europeo, pero que el Barça haya llegado a esa final y que aquí un equipo diferente le arrebate la Liga por seis puntos da idea del nivel alcanzado estos años.
Hace muchos años que hay gente trabajando bien en el fútbol femenino. Con grandes dificultades tiempo atrás, ahora con menos, aunque quedan muchas, pero esta es la temporada en la que han ido cuajando unos cimientos bien puestos, con el empujón de Iberdrola, que fue decisivo, las aportaciones de la Liga, el apoyo de Gol (Mediapro) y la Federación, que organiza la competición. Van las cosas bien, tirando a muy bien. El salto en pocos años ha sido tremendo, con un seguimiento ya constante de la afición y los medios y varios golpazos de asistencias de decenas de millares, que han supuesto un gran reclamo ante la sociedad.
Es un buen momento para no estropear esto. De todas sus broncas, la que antes me gustaría que resolvieran Rubiales y Tebas es esta. Se está dibujando en el horizonte un cisma feo y muy perjudicial. Una amenaza que se une a otra, los planteamientos ante el convenio, en el que nadie debe perder de vista, y sé que decir esto es impopular, el mercado. Forzar demasiado a los clubes haría cerrar a muchos, por imposibilidad. El fútbol femenino lleva años de sufrimiento y tiene derecho a la impaciencia, pero falta aún algo para llegar al punto de solidez necesario para vivir ciertos conflictos. Aunque lo primero es la paz Rubiales-Tebas.