El infarto de toda España
El pasado miércoles todos los españoles nos llevamos un susto de muerte. Me telefoneó mi amigo Miguel para preguntarme qué le había pasado a Casillas. Yo imaginaba que se había lesionado en el entrenamiento del Oporto o que se había dado un golpe leve con el coche. Pero cuando me dijo que se estaba diciendo que le había dado un infarto, casi me da a mí también. Y estoy seguro que así reaccionamos millones y millones de españoles que admiramos, queremos y respetamos a una de las grandes leyendas de nuestro deporte. Iker es mucho más que un gran portero de fútbol. Miles y miles de compatriotas se llaman Iker en su honor.
Una vez pasado el susto todos hemos abierto los ojos para sacudir nuestras conciencias y recordar que con Iker no se ha sido justo en este país. Sobre todo por esa parte reaccionaria y ciega del madridismo que llegó a renegar del mejor portero que hayamos tenido nunca con tal de defender la caza y captura que sobre él ejerció Mourinho. Iker nos dio un Mundial y dos Eurocopas con España, y tres Champions con el Madrid. Pero más allá de su increíble currículum está su sencillez y esa naturalidad campechana y propia de un chico nacido en Móstoles. Verle recuperado supone un alivio y una felicidad. Su verdadera y última parada será verle de nuevo con los guantes para decir fuerte: "¡Estoy muy vivo!".