Abrir la lata... de sardinas

Los periodistas han venido dando nombre a muchos edificios de repercusión pública, generalmente con humor.

Se pierde en los anales el apodo de "Piramidón" para el hospital Ramón y Cajal, de Madrid. El dictador Franco lo construyó con la intención de que su yerno, el doctor Cristóbal Martínez Bordiú, dejara de producirle dolores de cabeza con la matraca de que aspiraba a dirigir un gran hospital. En aquellos tiempos, era muy popular un medicamento llamado Piramidón, destinado precisamente a combatir las jaquecas; y la obra resultó realmente faraónica. Así que el medicamento y la pirámide egipcia se juntaron para hacer brillante la broma.

Madrid cuenta con otros edificios dotados de nombre popular nacido de la pluma de algún periodista. El "Pirulí" (bautizado por Pedro Montoliú); el "Faro" de la Moncloa (Juan Antonio Carbajo) o "la Peineta", hoy Wanda Metropolitano (José Manuel Romero).

Ahora el espectacular proyecto de Florentino Pérez para el Bernabéu empieza a recibir ya su correspondiente sobrenombre, como todas las obras emblemáticas o llamativas: "La lata de sardinas".

La invención responde a la buena puntería de Alfredo Relaño, director de este periódico. Y realmente el diseño recuerda esos envases que tan bien mantienen las conservas durante años y años.

No me extrañaría que triunfase entre el pueblo de Madrid. Pero dudo que le guste al presidente del club.

Ninguno de esos sobrenombres ha sido del agrado de los promotores de tamañas construcciones. Aún recuerdo las quejas sentidas del bueno de Jaime Lissavetzky, consejero madrileño de Cultura y Deportes. Pero claro, le habían puesto por nombre "Estadio de la Comunidad de Madrid", y eso no había forma de meterlo en un titular. Así que triunfó "La Peineta".

Con el tiempo, la denominación popular termina convirtiéndose en simpática. Y así puede suceder también con "La lata de sardinas", que tal vez se quede luego en "La Lata".

No en vano las obras del Bernabéu nos darán la lata una larguísima temporada a los vecinos del barrio y a los madrileños en general. Y además, eso de "abrir la lata" se usa mucho en fútbol para señalar la importancia del primer gol del partido. (En Colombia le dicen "romper el celofán", algo inevitable para abrir el paquete del regalo).

Pero, en fin, confiemos en la comodidad del futuro estadio. Y en que, ya que estamos en obras, se dejen los asientos del tercer anfiteatro como estaban antaño, antes de que los juntasen para ganar aforo. Los abonados de esas localidades sí que nos sentimos desde entonces como sardinas en lata.