Brahim pide sitio en un Madrid triste

Esta vez no hubo gol de Benzema, y como si no lo hace él no lo hace nadie, el Madrid se quedó en empate en Getafe. Y eso gracias a Keylor Navas, que avanzada la segunda parte rechazó dos disparos a quemarropa. Lo mejor del Madrid fue Brahim, un jugador con encanto. Un partido sin presión, como recordó Mijatovic en Carrusel, pero que dejó tales pinceladas que creó ilusión. Hizo el papel de Vinicius en su día, hasta la lesión, cuando ofrecía las únicas alegrías de ese equipo triste hasta el abatimiento, que va por el tercer entrenador y unos suben y otros bajan en el escalafón del grupo, según el gusto de cada uno de ellos.

Al Getafe, el punto le supo a poco. Apretó arriba, se replegó ordenadamente cuando hizo falta, llevó el peso del partido, dentro de su estilo, seco y duro, pero no defensivo. Llegó a acumular cuatro delanteros, en busca de ese gol que le reforzara en la cuarta plaza, amenazada por el Sevilla, que justo antes había apuntillado al Rayo. No sé dónde acabará este Getafe, muy probablemente en Europa, que lo merece, pero tiene un mérito soberbio lo que está haciendo. En la proporción coste de plantilla-puesto en la tabla, sin duda es el campeón. Buen trabajo el de Bordalás, cuyo equipo sabe complicar al contrario y hace sus cosas bien.

En el Madrid, fuera de Brahim, nada. Es decepcionante Bale, no arranca Isco, con la cabeza nublada, Asensio salió un rato y estuvo mal, y el mismo rato salió Kroos, que jugó con la displicencia de un veraneante en un partido de padres contra hijos. La defensa se batió, pero Reguilón no subió como lo hacía. Benzema estuvo al remate en la primera parte, pero luego no, porque el Madrid apenas se asomaba arriba. Este equipo venía siendo Benzema y diez más, los ocho últimos goles, y se dice pronto, han sido suyos, y aún tiene abierta la puerta de elevar el récord a nueve. Eso sí, las pinceladas de Brahim fueron para recordar. Un chico al que estar atentos.