NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Juego de Tronos (capítulo II)

Alejandro Blanco sacó el COE de la aristocracia para ponerlo al servicio de las Federaciones. Atrás quedaron sus predecesores Alfonso de Borbón, Ferrer Salat, Goyeneche, Echevarría... Y también esa candidatura de Urdangarín que no prosperó porque pudo más la catapulta de COFEDE. Desde 2005, Blanco ha convertido el COE en la casa del deporte. Las Federaciones Olímpicas controlan más del 50% de la Asamblea. Uno de sus propósitos, acentuado en los últimos tiempos, ha sido precisamente asegurar la independencia del Movimiento Olímpico. Sus pulsos con el CSD han ido encaminados en esa dirección. En 2021, cuando se cumpla su última legislatura tras 16 años al frente, podrá decirse que lo ha conseguido. Por eso es normal que Blanco quiera asegurar, antes de dejarlo, que ese espíritu sobrevivirá en el COE.

La reforma de estatutos tiene ese objetivo: evitar la caída de paracaidistas que rompan esa filosofía. El problema es que los cambios dejarán también en la cuneta a reconocidos aspirantes. Voy a poner unos ejemplos al hilo de los dos nuevos requisitos. Theresa Zabell no podrá aspirar a una presidencia que se estaba planteando, porque no ha sido asambleísta en los últimos cuatro años. Hablamos de una prestigiosa gestora, doble oro olímpico, que fue vicepresidenta del COE con Blanco. Otro caso: Jorge Garbajosa no suma cinco años en la Asamblea, así que no podría presentarse si hubiera estado en sus planes, que no lo está. Otro gestor y deportista de relieve. En el mismo caso de Zabell se encuentra Mercedes Coghen, otra campeona olímpica que en 2005 pujó con Blanco por el cargo. En 2021 no podría. Ninguno de ellos es un paracaidista, son la propia familia olímpica. Y todos deberían caber en la casa del deporte.