España: un buen punto de partida

El resultado no es como para presumir mucho, pero el partido me gustó. Dio para más. Vi un equipo lógico, de gente que se entendía, que se encontraba, que manejaba la pelota con limpieza y acierto y que, aunque con algunas pausas, apretó al rival, sobre todo en la primera mitad. Cierto que el de enfrente no era un gran equipo, pero sí ordenado, con esa disciplina defensiva que tan bien trabaja Lagerbäck, pero fuera de eso, casi nada. Alguna carrera de King, la elegancia fútil de Odegaard... Si Noruega nos llegó a amenazar fue porque después de perdonar varios goles (Morata tuvo el santo de espaldas en el remate) regalamos un penalti. Pero eso se enmendó pronto.

Lo enmendó Morata, por cierto, que provocó el penalti en una carrera rabiosa, que dio lugar al único fallo del buen portero noruego, el mejor de su equipo. Lo transformó Ramos, de nuevo a lo Panenka, esa suerte singular que él está elevando a práctica casi general. Hemos visto recientemente a Agüero y a Messi acudir a ella. Una forma elegante, también más segura de lo que tendemos a pensar, de transformar penaltis. Elegante fue también el primer gol, fabricado por tres zurdos, Asensio, Jordi Alba y Rodrigo. Una buena llegada por la izquierda, como hubo varias por la derecha, zona por la que percutía el renacido Navas, que volvió al equipo tras años de ausencia.

Sólo faltó suerte o precisión en el remate. Simplemente, a Morata no le entraron dos o tres, pero esas cosas pasan. Otras veces no le pasará, porque es un buen delantero que combina bien con Rodrigo. Parejo y Ceballos manejaron el ritmo del partido, los laterales llegaron, Asensio, dentro de ese tono un poco lánguido que aún le aflige, hizo algunas cosas. El equipo tuvo seriedad, se rehízo del empate, un revés absurdo, fue solidario... A falta de verle ante mayores desafíos, dejó la impresión de ser una selección solvente, digna representación del fútbol que hoy tenemos. De momento, tiene tres puntos en la tabla... y un punto de partida para construir un futuro.