La astucia de Txingurri Valverde

Buena gestión. A Ernesto Valverde se le discute cada mérito, cosa que no entiendo. El caso es que durante los dos últimos meses, como ejemplo, ha dado una lección de cómo recuperar a un futbolista cuya cabeza se pedía en bandeja de plata, hablo de Ousmane Dembélé. Un jugador muy diferente a los demás, por raro en su expresión corporal, por endiablado en la carrera y con la imprevisibilidad en el regate que le da manejar las dos piernas por igual. La mayoría del foro romano pedía el pulgar hacia abajo. Al francés se le acumularon fechorías de todo tipo en los medios de comunicación, el entrenador las manejó con cara de poker, mientras los jugadores le daban más de un tantarantán dialéctico. El caso es que entre la astucia de Valverde y la inconsciencia de Dembélé se ha llegado a un buen apaño. Valverde es un enorme gestor de talento. Eso sí, será cum laude si lo consigue con Coutinho.

El talento se apolilla. Solari, por su parte, encontró su equipo en circunstancias difíciles, su once le rindió a ratos, es innegable. Pero el día de su primera gran final, se la pegó. Y, sinceramente, no fue simplemente por falta de pegada. Sería un análisis tan simple como esperar que un buenísimo juvenil te saque las castañas del fuego en un equipo con 600 millones de presupuesto. Solari ha generado la sensación de que tiene un once titularísimo y los suplentes lo saben. En esa tesitura, cuando la cosa no funciona se acumulan los gruñones. Fuera de la Copa, alejado en LaLiga y con la carta de la Champions volando, me pregunto si tendrá la capacidad para meter en dinámica a jugadores de enorme peso que quedaron arrinconados como Marcelo, Asensio, Bale o Isco. Con o sin razón. ¿Qué hará hoy? Si no hay volantazo, difícilmente lo conseguirá. Aún ganando, es difícil que el Madrid se reenganche a LaLiga, pero si reengancharía parte del talento que tiene apolillándose en el banquillo.

No Koke, no ‘party’. Los dos últimos partidos de Koke, una vez recuperado de la lesión, han sido realmente destacados. Tanto contra la Juventus en la versión de los cuatro medio centros, como contra el Villarreal. Mi compañero de As Sergio Picos demostró con datos que su ausencia es un drama deportivo para Simeone (sólo gana el 54% de los partidos sin el vallecano). Gustavo López y Kiko siempre hablan en Carrusel de la capacidad de Koke para adaptarse a los diferentes minipartidos que Simeone maneja en 90 minutos. A Koke le toca ser volante izquierdo y derecho y llevar la manija, todo en el mismo choque. Mi sensación es que todo tiene mucho más sentido cuando juega por dentro. El equipo juega al ritmo que él marca; único centrocampista puro de la plantilla cualificado para filtrar el pase, para pisar área. Su recuperación ha sido una bendición para el equipo, que si supera la trampa de Turín, luchará por su final Champions.