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Un Mundial para el fútbol sala

Entre canastas y goles masculinos, el deporte femenino también encontró su hueco en la actualidad deportiva del fin de semana. Hace tiempo que dejó de ser una sorpresa. Hubo semifinales de la Copa de la Reina de fútbol, con más de 22.500 espectadores en la suma de los dos estadios. También se celebraron los Campeonatos de España de pista cubierta, donde la combinera-récord María Vicente, la atleta-futbolista Sara Paralluelo y la velocista Jaël Bestué aportaron juventud y frescura al atletismo español. Sandra Sánchez cazó otro oro en la Premier de kárate de Dubai. Y, como colofón, la Selección de fútbol sala se trajo a España la primera Eurocopa femenina tras tumbar a la anfitriona Portugal por 4-0. A este título hay que darle una consideración especial, porque las convierte en pioneras.

El fútbol sala se sube así a la ola del deporte femenino español, que crece y crece. Y si no lo había hecho antes no era por deméritos propios, sino por la falta de convencimiento de sus federaciones internacionales, que no habían apostado por estas futbolistas. La UEFA se decidió por fin a organizar el primer campeonato oficial. La fase final acogió sólo a cuatro selecciones, tras una clasificatoria con 16 países, para evitar goleadas que hubieran podido dañar la imagen del estreno. Todavía hay grandes diferencias de nivel. Las españolas alzaron el flamante trofeo en territorio hostil y regresaron a casa exultantes por la nueva experiencia y con una reivindicación: ahora quieren jugar un Mundial que todavía no existe y medirse, entre otras, a Brasil. La FIFA tiene la palabra. En Gondomar tomó buena nota. Se lo merecen.