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Un final indigno para la Copa

La final de la Copa del Rey se cocinó con todos los ingredientes que enriquecen un partido. Y mucho más si ese partido es un clásico del baloncesto, un Real Madrid-Barcelona con un título en juego. Hubo igualdad en la primera mitad, un despegue del Madrid en el tercer cuarto que parecía finiquitar el litigio, una remontada del Barça en el definitivo con un parcial de 15-1 que colocaba un 61-61 que dictaba un ‘partido nuevo’ a falta de 6:24 minutos, y una bombita de Sergio Llull sobre la bocina que mandaba el encuentro a la prórroga. ¿Podía haber más emoción e incertidumbre? Pues sí, la hubo. Por si este desarrollo no hubiera sido suficiente, los últimos lances del duelo se aderezaron con polémica arbitral, con dos errores indignos de los colegiados García González, Pérez Pérez y Jiménez Trujillo.

El básquet utiliza una especie de VAR, el Instant Replay, que a diferencia de aquel no rearbitra acciones no pitadas. Por eso, la clamorosa falta de Randolph a Singleton ni siquiera se revisó, porque no podía revisarse, aunque las posteriores repeticiones televisivas confirmaran lo que todo el mundo vio en el Palacio menos los jueces: una falta antideportiva. La segunda jugada polémica sí se visionó, con igual desatino. El tiro de Tomic dio aro y salió despedido en otra dirección, por lo que la interceptación de Ran­dolph no interfería la canasta, como nos explica en As el exárbitro Juan Carlos Arteaga. Los dos errores, puestos en una balanza, uno para cada equipo, seguramente no hubieran cambiado el resultado. Pero el bochornoso cierre resultó indigno de una final que sí dignificó el baloncesto y la Copa.