Madrid o Barça, por décimo año

En la previa de la competición sonaba la gracieta de que "la Copa del Rey es el torneo de las sorpresas donde siempre gana el Madrid o el Barcelona", parafraseando la ocurrencia de Lineker de que "el fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan once contra once y siempre gana Alemania". En las últimas nueve ediciones se había cumplido la premisa. Y hoy se repetirá por décimo año consecutivo, porque el guion escrito desde el sorteo se ha seguido casi al dedillo y esta tarde tendremos Clásico en la final: Real Madrid-Barcelona. No hubo sorpresas en las semifinales, en las que el Barça tumbó al Tenerife con solvencia, en un partido que llevaba encarrilado y que se le complicó al final, con polémica arbitral incluida que desató las iras del Palacio. El Barcelona juega en casa ajena.

De la segunda semifinal se esperaba bastante más que de la primera, después de la exhibición del recordman copero Laprovittola en los cuartos ante el Baskonia, con 36 puntos y 50 de valoración. Estratosférico. El argentino no estuvo ante el Madrid tan inspirado como entonces, pero el Joventut cedió la derrota con la cabeza alta. Un año después de coquetear con el descenso y con la desaparición, ha sido una de las animaciones de la Copa. Siempre gusta el retorno de un histórico. El Madrid, con más fondo de armario, pisó el acelerador en los momentos precisos para meterse en la final sin excesivos sobresaltos. Allí espera su eterno rival. El guion previsto, la guinda soñada. Uno de los dos, Barça o Madrid, se coronará esta tarde en el WiZink Center. Y van diez años. Sin sorpresas.