La Copa Federación sufre el mismo mal

El fin de semana tuvimos Copa Federación, la Davis femenina. España tuvo que volar a Japón en su primer cruce del Grupo II, con el objetivo del ascenso en la mirilla. Un viaje demasiado largo, del que se borraron sin excusa de fuerza mayor las dos primeras raquetas españolas: Garbiñe Muguruza y Carla Suárez. Hubo un tiempo próximo en el que la RFET soñaba con ganar la Fed Cup con ellas. Ahora estamos en Segunda División. Este martes se celebró el sorteo de la siguiente ronda, que deparó un duelo en Bélgica. Como es más cerca y habrá un ascenso en liza, es presumible que ambas regresen al equipo. Ya veremos. Sus ausencias son un reflejo del mismo mal que golpeó al circuito masculino con la Copa Davis. Una competición por países en pleno curso resulta molesta para los intereses individuales de los tenistas.

El lado bueno de estas bajas es que te permiten descubrir a nuevas jugadoras. Me recordó un poco a las Ventanas FIBA. Si en el baloncesto hemos aprendido a valorar a Brizuela o Jaime Fernández, en la Copa Federación hemos descubierto a Georgina García, que hizo honor a su apodo de Huracán y lideró la conquista de los tres puntos que dieron el pase a España. Esa es la parte amable, pero se estuvo cerca de la eliminación, tampoco conviene olvidarlo. La empresa Kosmos, con Gerard Piqué al frente, ha venido a dar solución al problema de la Davis con una fase final en una sede única. En sus planes de futuro está también incluir la Fed Cup, tan enferma como aquella, y un Mundial júnior. Aunque antes todavía tiene la ardua tarea de asentar a los hombres, que son como el perro del hortelano: ni comen, ni dejan.