El VAR irrumpe en la Champions (¡?)
¿VAR o no VAR? Esa es la cuestión. Pero no, no hay cuestión. Hay VAR y cada vez en mayores proporciones. Hoy se estrena en la Champions, cuando empieza la fase determinante, en la que un fallo no te quita dos puntos en tu campeonato, sino que te deja fuera de la carrera. Llega cuando el seguidor aún mira este presunto avance como los zoquetes de mi generación y aledañas (que constituimos todavía el macizo de la raza de la afición futbolística) miramos las lavadoras. No repudiamos su utilidad, que tenemos por evidente, pero desconfiamos de sus lucecitas y botones, de sus programas para ropa blanca, o de color.
Hay protocolos que Iturralde, por ejemplo, entre otros, se empeña en explicar, pero los razonamientos del o los profesores no doblegan la frustración del que se ve defraudado ante la perspectiva de que, una vez revisadas con calma las jugadas, aparecerá la verdad favorable. Pero es que, como dijo el Guerra, la verdad está muy repartida. Ese fuera de juego por diez milímetros aquí o allá, ese penalti por si fue el pie o fue la rodilla, ese empujón que si es suficiente o no lo es... La dichosa lavadora es más sencilla, basta escuchar con calma y uno se entera. Esto del VAR no es tan sencillo, no es sólo ropa blanca o de color, hay grises... Hay 'interpretación'.
Hay un árbitro en el campo y otro 'arriba', decimos, porque le suponemos en un espacio superior, pero que está a ras de tierra, en nuestro caso en Las Rozas. El del campo decide, el otro decide si lo que ha decidido está bien decidido, y si le parece que no, le propone que lo decida de otra forma, tras mostrárselo en la pantalla, salvo que él mismo (el de 'arriba' que no es 'arriba', sino que está en Las Rozas) decida que es una jugada geográfica y que sus rayas determinan por milímetros mal medidos una verdad. Verdad a medias, pero muy grande: si hay gol, si hay penalti... Un lío sin resolver cuando el VAR irrumpe en el tramo serio de la Champions.