Bale sigue siendo muy necesario

Vamos a hacer un ejercicio mental. Imaginen que llevan un equipo de fútbol. Que es usted es el entrenador. Las cosas van regular, pero tienen un futbolista que cuando juega habitualmente siempre termina haciendo gol. ¿Les sirve? Por supuesto. El chico a veces no puede participar porque es de cuerpo frágil, un atleta que a veces tiende a lesionarse. ¿Hará todo lo posible para recuperarle? Claro. Y recibirá el aplauso de todos, también de sus compañeros, cuando vuelva. De hecho, especialmente los chicos de la plantilla que son conscientes de su valor, porque en más de una ocasión les ha sacado de un apuro con los goles que marca. Es verdad que no grita, que se ausenta de los partidos, que a veces no tira hacia atrás. Pero el tipo tiene algo, esa cosa tan complicada de conseguir: el gol. ¿Le cuidarán? Sí, hombre.

Ese es Gareth Bale. Su importancia está distorsionada por su precio (de hecho, en lo que va de temporada suma 11 goles en los 24 partidos que ha jugado hasta la fecha), por la expectativa de tener que reemplazar al último líder (Cristiano) sin tener madera para ello y por las lesiones constantes (un apunte sobre eso: es admirable su reacción al recibir las malas noticias sobre su estado cuando cae lesionado; "ok, qué hay que hacer para recuperarse", es su respuesta estoica). Pero ahora que los goles no caen de un poderoso árbol portugués, tener a alguien como Bale es como para celebrarlo. Por cierto, quiere seguir. Retirarse en el Madrid. Después del Madrid, igual hasta deja el fútbol. Así que hay Bale para rato...