El partido de Miami se juega en Girona
Tebas pensó que era el momento, en pro de la extensión universal de LaLiga. Al Barça le pareció bien, y al Girona de perlas, por el nombre internacional que eso le daría. Pero sospecho que no lo creyeron del todo. LaLiga ofreció 1.500 viajes gratis a socios del Girona, y nunca trascendió cuántos se apuntaron. También ofreció 5.000 entradas del Camp Nou para el partido de la primera vuelta y sólo las cogieron 1.300. Realmente, sólo Tebas tenía la convicción de sacar eso adelante por encima de toda oposición. Pero había tanto en contra que el propio Barça terminó por descolgarse, con buen sentido. No se veía como protagonista de una guerra que no era propiamente la suya.
Es fácil que más pronto que tarde haya un partido en Miami. Pero convendrá escogerlo mejor, para que al ‘sacrilegio’ futbolístico no se le adhieran tenebrosidades políticas. Y habrá que consensuarlo de antemano, lo que no será posible hasta que se normalice la relación entre Tebas y Rubiales. Nuestro fútbol va sobre dos ruedas desacompasadas, en la que una frena cuando la otra no, y viceversa. Da igual que hablemos de Miami, del Reus o de cualquier cosa. Cada vez me duele más esa falta de colaboración (y decirlo así es un eufemismo) entre los dos personajes que mandan en nuestro fútbol. Tipos con ideas y energía, que podrían hacer un buen tándem, pero que andan a la greña.