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Los pecados de Vinicius y las buenas compañías

Vinicius tiene 18 años. Conviene recordarlo para calibrar lo que está logrando el brasileño en el Real Madrid. Llegó al Bernabéu recién salido del horno del Flamengo (en su hoja de servicios sólo figuraban 49 partidos en la elite) y en seis meses ya es titular, decisivo y oposita para ocupar en un futuro la vacante de ídolo que dejó Cristiano. Vinicius tiene todo lo que se le supone a un adolescente: ímpetu, entusiasmo, insistencia, descaro, competitividad y estajanovismo. También, pecados de juventud: precipitación, mala toma de decisiones en momentos donde se requiere claridad y una definición que necesita mejorar. Pero no lo olvidemos: sólo tiene 18 años y un enorme margen de mejora, físico y futbolístico.

Cuando el Madrid le fichó con 16 años y pagando 45 millones, comenzaron las comparaciones. Eufóricas ("es el nuevo Neymar") y apocalípticas ("se parece a Robinho"). Somos de extremos. Aún es pronto para el diagnóstico, pero los primeros exámenes parecen descartar la vía pesimista. Vinicius produce, y produce mucho (contra el Girona provocó un penalti, participó en el 3-2, asistió en el 4-2...), no se extravía con arabescos, es práctico, ataca el espacio con criterio, encara con un objetivo claro, busca la asociación... Muy diferente, por tanto, a Robinho. Para alivio del madridismo.

Llegado ya a esta estación, Vinicius debe dar continuidad a su momento y pulir sus imperfecciones. En este sentido, desempeñarán un papel clave las buenas compañías, que no son otras que los veteranos de la plantilla. Bajo su paraguas, Vinicius debe madurar y aprender a liderar. Un servidor opina que nadie mejor que Benzema, doctorado en presiones y en errores de juventud, para aconsejarle. El francés es otro. Ha dejado atrás su perfil frío, impasible en las alegrías y en las penas y, huérfano del escudo de Cristiano, ha apretado los dientes. El Bernabéu, que premia como ningún otro estadio la entrega, le ha abrazado. Sería un gran consejero para Vinicius. En el campo ya está demostrando que se entiende de maravilla con él. Fuera de él no es descabellado que, con permiso de Marcelo y Casemiro, tutores del brasileño, ejerza de hermano mayor. Ambos se beneficiarían: el garoto absorbería experiencia; Karim trabajaría la responsabilidad.

El caso es que ahora Vinicius se enfrenta a un desafío. Ha asaltado el once cuando el equipo ha acumulado bajas, pero Solari ya tiene con el grupo a Asensio y a Bale. Veremos cómo gestiona el técnico al brasileño en época de abundancia de plantilla. Hasta el momento ha demostrado determinación con el ex del Flamengo, que no se ha encogido y ha agarrado el puesto. Pero Bale y esa predilección del palco por el galés pesan... La afición no dudaría: sentaría al de Cardiff. El 1 de noviembre, tras aquel partido en Melilla en el que dio dos asistencias, As.com preguntó a sus internautas "¿A quién quitarías para poner a Vinicius?" y el elegido, con un 44,7% de los votos, fue Gareth. Desde entonces, el brasileño se ha metido a la afición aún más en el bolsillo con tangibles (siete asistencias y dos goles) e intangibles (actitud, talento, desparpajo). Haga lo que haga Solari, lo que es evidente es que Vini ya está asentado, le está apretando las clavijas a Bale y luce con una tremenda soltura esa camiseta blanca que a muchos jugadores les ha pesado toneladas. Y aún tiene muchísimo margen de mejora. Sólo tiene 18 años. Conviene recordarlo.