El Barça sin Messi se queda en nada

Mal va la Copa si hasta el Barça, su casi constante ganador, le vuelve la espalda. Valverde se descolgó en Sevilla con una alineación infumable, cuya guinda era el incomprensible Kevin-Prince Boateng, recién fichado, pero que incluía un amplio paquete de suplentes (a Malcom le teníamos casi olvidado), Semedo cambiado de banda y un desinterés general que desesperaba a Luis Suárez (el del Balón de Oro) que en el Carrusel de la SER no daba crédito a lo que veía. Con 1-0, Valverde trató de corregir el descalzaperros, metiendo a Coutinho y al otro Luis Suárez por Malcom y Boateng, pero no le sirvió de nada. Se comió otro gol.

Enfrente, el equipo sevillano demostró, además de interés, una gran profundidad de plantilla. Cuando mejor andaba, perdió por lesiones musculares a los dos que mejor estaban jugando, Sarabia y Navas, y ni aun así se averió su funcionamiento. Promes, no habitual, lució. André Silva salió en las postrimerías del partido y se manejó con solvencia. Ben Yedder estuvo merodeando el gol hasta que lo consiguió. Todo eso configuró un 2-0, que en partido de ida de cualquier eliminatoria es el soñado por el equipo local. Un solo gol en el Camp Nou obligaría al Barça a marcar cuatro. El Sevilla tiene motivos para el optimismo.


Lo más llamativo quizá sea que Messi ni siquiera viajó. Son lógicos sus descansos, porque él también cumple años. Pero tiene más lógica lo del domingo contra el Leganés, cuando saltó del banquillo a falta de media hora y lo resolvió todo. Ayer, ni eso. Dejarle en casa fue una temeridad. Parece que no sólo él, sino todo el Barça, está pensando en “esa copa tan linda y tan deseada”, como dijo el crack en la presentación de la temporada, aludiendo a la Champions. La pregunta ahora es si el Barça echará toda la carne en el asador para el partido de vuelta o si pretenderá buscar una remontada sin desgaste. ¿Lo decidirá Messi?