Gol fantasma
La implantación general del sistema de videoarbitraje (VAR) y del llamado "ojo de halcón" amenaza a los "goles fantasma".
(Sí, decimos "goles fantasma" y no "goles fantasmas", pues normalmente el sustantivo en función adjetiva no se cambia al plural, igual que sucede con "hombres rana", "puntos clave" o "ciudades dormitorio" o "contratos basura").
Se trata de una brillante creación del léxico futbolístico, que sin embargo no consagró nunca el Diccionario (en el que sí figuran "gol olímpico" y "gol de oro", por ejemplo).
El uso de "gol fantasma" está documentado ya en los años cuarenta del siglo XX, y bien habría merecido por tanto la bendición académica.
Esta locución adquirió una gran difusión a raíz del que se produjo en la final de la Copa del Mundo de 1966 entre Inglaterra y Alemania. El disparo del británico Geoff Hurst en el minuto 101 (es decir, en la prórroga) pegó en el larguero de Hans Tilkowski y botó junto a la línea. El árbitro suizo Gottfried Dienst concedió el tanto y eso cambió el partido porque suponía el 3-2 para Inglaterra (el marcador final fue de 4-2).
El canal Sky Sports aplicó en 2016, al cumplirse 50 años de aquello, el tratamiento de imágenes que se usa actualmente para resolver jugadas dudosas. Eso permitió ver cómo el ordenador iba cambiando los planos y las perspectivas, cómo se alineaba finalmente el ángulo con la cal de la portería... y cómo botaba el balón claramente dentro. La escasa nitidez de las transmisiones de aquel tiempo había mantenido la incógnita durante años y años.
¿Ha dejado de ser entonces aquél un "gol fantasma"?
Desde el punto de vista del lenguaje, no necesariamente.
"Gol fantasma" se ha venido diciendo cuando se dudaba de si el balón había superado completamente la línea de meta, al margen de que el árbitro lo concediese o no. Por eso sigue siendo un "gol fantasma" el de Míchel a Brasil en 1986, en el Mundial de México, que no se dio por válido (aunque luego sí se vería en las fotos que había entrado).
¿Dejaremos de decir "gol fantasma"? Tal vez no, porque se puede seguir denominando así a toda aquella jugada de gol en la que el ojo humano se llama a engaño, en la que vemos en realidad un espejismo; sobre todo si no se concede. Si se concede, será quizás simplemente un "gol del VAR".