El Villarreal no es lo que parece

La Cerámica no supone para ningún rival ir de paseo. No importa que la grada sea más familiar que ruidosa. Que el césped, lejos de ser un campo de minas para enredar a los poderosos a la antigua usanza, sea una alfombra ejemplar en la que jugar. Ni que la tabla parezca estar dada la vuelta. O que el nuevo entrenador acabe de aterrizar. El Villarreal, antes con Calleja y ahora con Luis García, nunca ha sido una banda como puede hacer creer la clasificación. El Submarino no es el tercer peor equipo del año en nada. En goles encajados es 13º, entre otras cosas porque Asenjo sigue fino. En goles a favor marcha 14º porque tiene talento arriba. Y hay cinco equipos que han perdido tanto o más que él. En seis empates, estuvo más veces cerca de ganar que de perder.

El Real Madrid no debe confiarse. Mientras él ha utilizado la Navidad para volver a reinar y descansar, con el peligroso relax que ello conlleva (enero cuesta), el Villarreal lo ha hecho para afilar el colmillo, reordenar su plantilla (despedida de Sansone y viene Iborra) y ansiar la vuelta para salir del pozo. Va a más tras ganar al Spartak y empatar en Huesca. El Madrid es favorito. Y no se puede disfrazar de bestia amarilla a un Villarreal mal configurado en la contención. Layún, Iturra y Javi Fuego están lejos de lo que fueron hace bien poco. Sin embargo, no es poca cosa un equipo con Fornals (hará carrera en la Selección), Chukwueze (próxima gran venta), Gerard (Luis Enrique no lo olvida), Ekambi (Bakambu II) y Bacca (cuatro goles marcados al Madrid en Liga).