Mourinho está suelto, peligro de gol...
Solari hizo ayer un excelente elogio de esta copa en la que hoy el Madrid juega la semifinal ante el Kashima, el mismo equipo que hace dos años tanto le apretó al Madrid. Esta copa la miramos con cierto desdén desde la torre de marfil que es el fútbol europeo. Se entiende que una vez ganada la Champions, esta es una conquista fácil, incluso obligada. Pero en Sudamérica (y en los demás continentes) no es así, sino lo contrario. Es la mayor aspiración. Solari incluso explicó que, aun siendo estudiante aplicado, como era, llegó a hacer ‘novillos’ para ver los partidos de la Intercontinental, el precedente de esto a lo que ahora asistimos.
Ya saben: esto empezó como un duelo, en casa y fuera, entre los campeones de Sudamérica y Europa. La ferocidad de los sudamericanos en los últimos sesenta y primeros setenta estuvo a punto de dar al traste con ello. Hubo europeos que renunciaron a jugarla, alguna vez fue el subcampeón (el Atlético, en su día, y la ganó) y alguna edición ni llegó a jugarse. En lo peor de la agonía surgió Tokio, que en 1980 se ofreció, de la mano de Toyota, como escenario neutro, y eso salvó la continuidad de aquella Copa Intercontinental. Con el tiempo ha devenido en esta fórmula, en la que intervienen los campeones de todas las confederaciones y el local.
El Madrid, como el River, entra en semifinales, privilegio que reconoce la superioridad histórica de Europa y Sudamérica sobre otras zonas de la tierra. En el horizonte aparece otra fórmula, cuatrienal, que ya veremos si cuaja. Pero mientras llega o no, tenemos esta, en la que el Madrid aspira al que de momento parece el título más a mano, en este año mustio, sin Cristiano, en el que Lopetegui cedió el sitio a Solari, que de momento ni fu ni fa. Algunos buenos resultados, y otros malos, ante equipos muy fáciles. Conviene que Solari se luzca aquí, porque Mourinho anda suelto, y eso es un peligro. Florentino no se ha quitado ese antojo.