Dembélé y el negocio diabólico del fútbol
El gran dilema del Barça en estos días se llama Dembélé. He aquí un caso paradigmático de lo delicado que es el negocio del fútbol. Al Barça se le escapó Neymar por la puerta de atrás, dejando, eso sí, 222 millones. Como las cosas son como son, Bartomeu se vio obligado, como años atrás Gaspart en el caso Figo, a salir al mercado de la peor manera posible: con mucho dinero y mucha prisa. Compró a Coutinho, que más o menos se puede saber lo que da de sí, y a Dembélé, inversión, de 105+40 millones (los famosos objetivos). ¿Y sirve Dembélé o no? Combina golazos soberbios con actos de indisciplina difíciles de tolerar.
Un chico imposible, piensan algunos. Un chico reconducible, sueñan otros, porque su potencial es enorme. Tiene cosas que nadie tiene. Y no es un crápula. Simplemente es un chico con mentalidad adolescente y pandilla en casa como único referente. Encargan ‘telecomida’ (pizzas, kebab...) y juegan gozosamente a la ‘Play Station’ hasta que caen rendidos. Se despiertan cuando se acuerdan. Ni su alimentación es buena ni sigue el ritmo de vida y entrenamientos que debe seguir. En la plantilla no se integra, porque sólo habla francés y ahí están por un lado los brasileños, por otro Messi y Suárez, por otro los nacionales... Lo normal.
El Barça intenta que Umtiti y Lenglet le arropen, pero estos llevan una vida familiar y ordenada. Además Umtiti ahora está fuera. Abidal tampoco se hace con él. Le mandaron un cocinero que les haga ensaladas y les cocine productos apropiados, pero la tiran, prefieren la ‘telecomida’. A todo esto, de cuando en cuando, suelta un golazo tremendo. Si se le vendiera, como algunos piensan, habría que dar por delante los 40 de objetivos. Hay quien, aun así, piensa que convendría coger alguna oferta de 100 y olvidarse de él. Pero es demasiado bueno como para abandonarlo así como así, tan joven y con tantas posibilidades. Sí, el fútbol es un negocio diabólico.