Marcelo, Isco... Aquí hay mar de fondo
Sospecho que cuando Isco dijo que “si echan a Lopetegui hay que echarnos a todos” puso un primer clavo en su ataúd como jugador del Madrid. Fue una actitud noble por su parte porque motivos tiene para estar agradecido a Lopetegui: le dio importancia y lugar en la Selección incluso cuando fue suplente en el Madrid. Y una vez que fue entrenador blanco, pues mejor todavía. Pero para cuando Isco habló, Florentino ya le había bajado el pulgar a Lopetegui, y cuando el César decide... Además, no todos los jugadores tenían por qué estarle tan agradecido a Lopetegui, y obviamente a algunos les desagradó esa culpabilización colectiva.
Marcelo ha hecho un par de veces patente eso. Primero hizo una declaración dejando ver que Isco podría mejorar trabajando más en los entrenamientos. Pero tras la caída ante el CSKA hizo algo más feo: incurrió en delación. Muy feo lo que hizo Isco, de rechazar el brazalete. Es un desdén simbólico que tiene mucha fuerza. Lo hemos conocido por Marcelo. Si él no lo cuenta, no hubiera trascendido. Esta falta de compañerismo deja en mal lugar a Isco, un tanto aislado en la plantilla. En su día rechazó el padrinazgo de René Ramos, hermano de Sergio, que se le ofreció como agente. Desdeñó esa protección y ahora se siente solo.
Jugar en el Madrid es difícil. Es la élite. Ahí arriba hace frío. Ser futbolista de mérito supone sobrevivir a las circunstancias y las circunstancias son los resultados, los compañeros, los entrenadores... Marcos Llorente y Ceballos no contaban para Zidane ni por asomo y ahora están ahí, con un pie en el estribo. Isco era capitán general con Lopetegui y ahora es un sospechoso habitual, que ha tenido un entrevero con la grada, ha desdeñado el brazalete de capitán y en las malas se le ha vuelto en contra uno que se ducha desnudo junto a él. Algo feo se está gestando en ese grupo, que se ha abrazado tan recientemente en torno a tres Champions.