El peso de ser Balón de Oro

En la entrevista oficial del Balón de Oro que tuve el honor de realizar para France Football, Luka Modric me confesó que todavía no era del todo consciente de lo que ser elegido mejor jugador del año 2018 iba a cambiar en su vida. Pero que pretendía seguir siendo un hombre normal. Sin embargo, el croata ha asumido desde el principio que este trofeo tan prestigioso no podía estar exento de responsabilidades y que las miradas sobre su fútbol y su papel en el equipo iban ser más profundas. Ser Balón de Oro marca un momento grandioso en la carrera de un futbolista y su estatus ya no puede ser el mismo. Nunca más. También influye de forma sensible en la vida del club donde juega. La elección de Modric, después del dominio de Cristiano, le sitúa ahora como el líder del Madrid. Y Luka debe recoger el testigo. Algo que ya ha hecho de forma brillante con el brazalete de la selección croata.

También se puede pensar que el estilo personal de Modric vaya a iluminar el vestuario y que algunos futbolistas que se hayan podido perder un poco en las últimas semanas verán en el éxito de Luka un ejemplo a seguir. Hablo de su poder de superación, de su simpatía, de su profesionalidad, pero sobre todo de esa capacidad de entusiasmo que marca la diferencia entre los que veneran la luz y los que prefieren la oscuridad y el resentimiento. Cuando le llamó el director de France Football para anunciarle su victoria en el galardón, el jugador croata tuvo la reacción de un niño que recibe un regalo. Ojalá esa frescura de Luka marque el camino del Madrid y del madridismo.