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Modric: el orgullo croata de un violinista

A pesar de que ya sabía que era el ganador del Balón de Oro, ayer se subió al avión, rumbo a París, con los nervios de un principiante. Acostumbrado a ser estos años el compañero de viaje de Cristiano a la hora de felicitar al portugués por sus merecida colección de Balones de Oro, el pequeño genio croata vio pasar toda su juventud por delante de su amueblada cabeza. Una vida marcada por esa juventud redefinida por el conflicto bélico de los Balcanes. Pero Modric supo crecer con ese dolor que incrementó su fervor patriótico, alimentado de crío por la actuación descomunal de Boban y Suker en el Mundial de Francia 98.

Luka soñó de crío que este día mágico llegaría. En la cumbre del fútbol mundial. El Balón de Oro más significativo de la última década. Fuera de Cristiano y Messi ha sido el primero en llamar a la puerta y sentarse en la mesa del coloso portugués y del crack argentino. Modric es un violinista que empezó tocando solo en la plaza, esperando alguna moneda de reconocimiento. A base de sacrificio, humildad y talento ha terminado dando su concierto estrella en el paraíso de París.

Y ojo. Se ha ido Cristiano pero el Madrid sigue ganando el Balón de Oro. Van cinco de los seis últimos. Jerarquía, galones, poder de seducción, historia. El Madrid tiene un magnetismo especial. Pertenecer a su familia ayuda a conquistar los galardones individuales. ¿Verdad, Cristiano?