¡Milagro! Por fin entendieron a Benzema

Creo que soy un chico majo. Pero soy muy consciente de mis defectos y entre estos muchos hay uno que supera a todos los demás. Soy muy rencoroso. Y eso que desde mis primeros días de vida mi abuela me llevó cada domingo a misa, dónde me explicaban que había que perdonar. Ahora que mi querida yaya, una pobre campesina, está en el cielo, todavía voy a la parroquia San Luis de los Franceses en Madrid pero no he podido superar esta incapacidad a olvidar a los que me han hecho daño o han hecho daño a quienes quiero. Así que, después de la exhibición de Benzema en Vigo, me disponía a escribir una columna vengadora con una pluma mojada en el veneno. “¡Mañana se van a enterar!”, me decía a mí mismo con esta soberbia que otorga el hecho de haber tenido razón desde el principio sobre mi compatriota.

Sin embargo, me empezaron a llegar mensajes de personas poco afines al fútbol de Benzema con términos muy distintos a los habituales. Ya no escribían la típica frase “si sólo Benzema fuera capaz de hacer esto cada fin de semana” sino palabras de emoción, reconocimiento, agradecimiento y cariño. Como si, por primera vez desde que juega en el equipo merengue, Karim hubiera conseguido unir al madridismo y ponerlo de su lado. Como si por fin hubiera desaparecido cualquier sospecha, cualquier “pero”, cualquier duda. En el momento en el que los aficionados más ilusión necesitaban, deslumbró este genio incomprendido. Y le entendieron. Han tardado nueve años y cuatro meses pero le entendieron. Así que mojé mi pluma en agua de azahar...