Un Atlético digno de su flamante estadio
El Wanda Metropolitano parece ideado para noches europeas. No diré que el fútbol semanal, de luz diurna, se le quede pequeño, pero sí que luce más en ocasiones como el partido ante el Borussia. Llenazo, expectación, el mejor equipo de la Bundesliga enfrente, con un 4-0 escociendo aún sobre la piel rojiblanca. Y el equipo estuvo a la altura de la noche, del desafío, de la ilusión de su gente. Un Atlético dominante, concentrado, cargado de buenos detalles, con un cuarto de hora (el último del primer tiempo) sobresaliente. Una victoria clara, pero sobre todo un partido digno del escenario, sin mezquindades, a pesar de sufrir tantas bajas.
Al tiempo, el Barça jugaba en el Giuseppe Meazza ante el Inter. De nuevo el Barça sin Messi, que se ha entrenado estos días, pero que no se arriesgó, ni tenía por qué, a una caída con el radio aún mal soldado. Dio gusto ver al Barça, uniforme aparte (hay una maldición en los segundos colores del Barça, que quiere huir del blanco, por el Madrid, y del amarillo, por Molière, y se ve obligado a experimentos). Mereció ganar. Estuvo a punto, con un buen gol de Malcom que emocionó hasta grado extremo a su autor, pero Icardi, un alumno de la acreditada Masía, cazó el empate. Un empate de nueve de instinto. Algunos lo piden para el Madrid.
Al Madrid le toca hoy el Viktoria Plzen, para nosotros ‘Pilsen’, el lugar en el que se afinó el viejo invento de la cerveza y se dio con el modelo que ya todos consumimos. Solari anda ahí, en busca del tiempo perdido. Acaba de llegar, pisa con tiento y hoy sabremos qué decide en cuestiones en realidad baladís pero que dan para mucha charla: ¿Courtois o Keylor? ¿Isco o Asensio? Y otra no tan baladí: ¿Vinicius o Bale? He aquí a un interino obligado a tomar decisiones que afectan a estrellas de gran fuste y a los caprichos de su presidente. Claro, que más duro lo tiene Marcelino ante el Young Boys. Mestalla ya no aguanta un contratiempo más.