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El último mohicano de Julen

Isco aplicó en rueda de prensa y ante los ojos del mundo la máxima de que de bien nacido es ser agradecido. El malagueño no se olvida de que cuando Zidane le metió la pasada temporada en la nevera, el entonces seleccionador le siguió considerando pieza indiscutible para España cuando lo más sencillo hubiera sido olvidarse de él. Después vino la exhibición ante Italia y el mundo se rindió a sus pies. El malagueño salió en defensa de su todavía entrenador porque sabe que los jugadores son también responsables en gran medida de los malos resultados. Y aunque el gesto le honra, es consciente de que de poco le va a servir a su jefe. Isco, convertido ya en uno de los tipos a los que se escucha en el vestuario, también alzó la voz porque ninguna de las opciones que esta manejando el club convence en la caseta.

Y casi menos la de Solari, al que algunos ven como un enchufado del presidente sin méritos suficientes en el filial como para asumir una responsabilidad de tal calado. Los futbolistas sienten que los dirigentes del club se están olvidando muy pronto de los históricos éxitos cosechados recientemente y que se les está echando a los leones a las primera de cambio. Isco estuvo en capitán sin tener brazalete, aunque el mejor favor que le puede hacer a Julen es salirse hoy para intentar prolongar la agonía al menos hasta el Camp Nou.