Sergio Ramos, ¿a setas o a Rolex?

Me lo dijo ayer un amigo bilbaíno, con un deje de pesimismo: Oye, ese Sergio Ramos, ¿está a setas o está a Rolex? Pensé, claro, que está a Rolex. Que marcó su golito a última hora, que no vale para otra cosa que para enriquecer su estadística. Ya suma 16, entre penaltis, cabezazos y otras suertes. Ya es el defensa con más goles en la Selección, si no se tienen en cuenta los 29 de Hierro, que hizo parte de su carrera como medio centro. Y me preocupa que vaya por ese récord, por lo que está suponiendo de descuido de su tarea esencial, la de defender. Ausentarse en tres goles del rival para marcar uno, inútil, en el 97’, es un mal negocio. Y eso fue lo que pasó en Sevilla.

Los equipos, dicen, se hacen desde atrás. Luis Enrique tiene ahora un mes para recordarlo, y para recordárselo a su gente. Lo del primer tiempo ante Inglaterra fue un esperpento exagerado, que no se puede resolver con la broma vacía de “estuve maravilloso en el descanso”. Una Inglaterra demediada por un raro cúmulo de bajas nos crujió por la insoportable levedad de una defensa cuyo presunto líder, capitán del equipo, estaba a por uvas. Y con él, el resto, incluido Marcos Alonso, que ocupa sin mayor rigor el puesto que todos imaginamos que debería ser propiedad de Jordi Alba. Y en este asunto caben pocas bromas del ‘maravilloso’ Luis Enrique.

Algo más sobre Sergio Ramos, por si le sirve. Es el capitán, gran rango. Eso obliga a una responsabilidad. Formó parte de la Selección más gloriosa que hemos tenido. Ahí están las copas ganadas, cuyas reproducciones tendrá. Pero cuando se ganó eso, él era uno más del grupo. Ahora no están Casillas, Xavi, Torres, Puyol, Villa, Iniesta... Ahora el referente es él y no puede permitirse abandonos, ni siquiera si Luis Enrique no se atreve a reprochárselos. Fue pasajero del gran equipo, se arriesga a ser capitán del que lo estrelle. Como me decía mi amigo bilbaíno, o a setas o a Rolex. Lo tiene que decidir Ramos, porque Luis Enrique no tiene el coraje de decidirlo por él.