Un Real Madrid con el estómago lleno y vacío de goles
La sobrada de Kroos. El Madrid volvió a conceder un regalo en el primer minuto de partido y eso empieza a no ser noticia. Ocurrió en la Supercopa, en el Pizjuán, en el derbi y en Luzhniki. Eso implica una manera de salir al campo desenchufados, carentes de concentración que ya se repite demasiadas veces, perfectamente representado por el incomprensible regalo de Kroos en su pase atrás. Si el jugador más fiable del equipo blanco sobre el campo es capaz de semejante regalo no es extraño que al equipo se le aparezcan todos los fantasmas. Si luego el gol se sigue resistiendo, aparece la ansiedad y el campeón se convierte en un quiero y no puedo, pegando hasta tres palos, incluso en su competición fetiche.
El partidito de Varane. El peor jugador del Real Madrid fue el central francés que, sobre este mismo césped, se proclamó campeón del mundo hace algo menos de tres meses. Blando en la jugada del gol, lento durante todo el partido, sin jerarquía en la defensa donde, ante la ausencia de Ramos, tenía que convertirse en referente. Pudo arreglar su pésima actuación con el gol en el último suspiro, pero hasta la suerte le fue esquiva.
El fondo de armario. El estómago lleno de las cuatro Copas de Europa en cinco años se percibe sobre el césped, en lo que tarda el equipo en conectarse a los partidos, pero también desde la confección de la plantilla. El recambio de Bale, con su fragilidad siempre planeando, nunca llegó y Kovacic tampoco tuvo el recambio demandado. Reguilón cumplió, corrió y mostró toda su ilusión, pero tampoco se le puede pedir que marque diferencias ofensivas como hace Marcelo. Esta vez no se vio la versión Ceballos del derbi y sólo Lucas Vázquez asumió riesgos y protagonismo hasta que fue sustituido por Mariano para dejar toda la banda a Odriozola.
El capitán Benzema. Tres partidos sin marcar del Madrid no se veían desde hace más de diez años. Esta vez el francés sí chuto, con la derecha, con la izquierda e incluso de cabeza, estrellando el balón en el larguero. La versión del medio nueve ha vuelto a aparecer, con el espectacular inicio de temporada. Con la pólvora mojada y sin Cristiano para tapar carencias goleadoras, Karim sólo pareció mejorar ligeramente cuando entró Mariano y pudo salirse del área para intentar participar en la elaboración. El compromiso no se le puede discutir, porque no para de moverse y de intentar dar soluciones, pero su impotencia realizadora en los últimos partidos es la radiografía de este Madrid.