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Los Juegos de la contradicción

La candidatura de Barcelona a los Juegos de Invierno, que sufrió un cerrojazo cuando Ada Colau llegó a la alcaldía, se reactivó hace un año bajo el liderazgo de la Generalitat y de su secretario general del Deporte, Gerard Figueras. Hasta hace poco las aspirantes tenían que ser ciudades, pero ahora la Agenda 2020 del COI permite que se presenten regiones, incluso de diferentes países si se diera el caso, por lo que ya no es imprescindible situar al frente a la Ciudad Condal. La candidatura agrupa a Barcelona, La Cerdaña, el Valle de Arán y la Seo de Urgel, bajo el nombre de Pirineos-Barcelona, o Pirineus, si lo prefieren en catalán. Desde un prisma deportivo, la cosa tiene buena pinta. A primeros de septiembre, Thomas Bach encargó una inspección al consultor Gilbert Felli, que trasmitió informes favorables al COI.

La capacidad organizativa de Cataluña está más que demostrada. Los problemas son otros. Uno, de tipo deportivo: hace falta una inversión en programas de tecnificación para que España sea competitiva en sus Juegos. Y dos, más decisivo, la estabilidad política. Alejandro Blanco informó este martes a Pedro Sánchez sobre la candidatura. Paradójicamente, el mismo día que el presidente del Gobierno recibió un ultimátum de Quim Torra para que acelere una consulta sobre autodeterminación, bajo la amenaza de retirar el apoyo en el Congreso. El objetivo casi único de esta Generalitat es la independencia. Pero en el marco actual no pueden prosperar unos Juegos Olímpicos si no son a través del COE, porque el comité catalán no está reconocido, y con el soporte del Gobierno de España. Toda una contradicción.