Ni Madrid ni Atleti fueron lo que quieren ser
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Madrid y Atlético pasaron por el derbi caracterizados por la nueva piel que Lopetegui y Simeone quieren terminar de imponer. Fue un simulacro de lo que los dos equipos aspiran a ser, pero que todavía hoy no son. El conjunto rojiblanco completó un primer tiempo dignísimo, con Rodri como maestro de ceremonias (sólo dos pases errados en todo el partido) y Lemar mostrándose por dentro, dañino en las transiciones como sucedió en las ocasiones erradas por Griezmann y Diego Costa. El Madrid no se atrevió a presionar tan arriba para no despegar sus líneas y su posesión fue totalmente inocua. Nadie sujetó a Rodri en la salida y el Atleti vivió desahogado.
La escena resultó diametralmente opuesta en la reanudación. La lesión de Bale permitió a Lopetegui sumar un centrocampista más. Ceballos activó todo el costado izquierdo del Madrid a partir de su entendimiento con Kroos. Se intercambiaron 31 pases entre los dos. Además, su presencia, unida a la de Asensio en muchos momentos, fijó a Lemar de inicio, después a Correa y para terminar a Saúl. El 48% de sus acometidas llegaron por el sector izquierdo. El Madrid se defendió con el balón y reunió hombres en zona de ataque, pero fue un equipo previsible y plano. Sólo generó peligro a la contra y en el balón parado. El Atleti se ofuscó con continuas pérdidas hasta el punto que erró 18 entregas en campo propio durante el segundo tiempo. Simeone reparó en Thomas para devolver la estabilidad y resistir en el Bernabéu. Ni Madrid ni Atleti dieron el paso definitivo para ejercer de lo que realmente ambicionan ser.
